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lunes, 21 de enero de 2013

Llegan los exámenes


 Empiezan los temidos exámenes y con ellos la posibilidad de aprobarlos de algunas maneras que no son las más correctas. La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) no considera necesario, por el momento, colocar inhibidores de frecuencia para bloquear el funcionamiento de dispositivos móviles con los que algunos alumnos realizan sus exámenes de forma fraudulenta.

Todo lo contrario de la Universidad de Valencia, que ha instalado esta semana esos aparatos en la Facultad de Medicina tras una denuncia estudiantil que confirmaba el uso de pinganillos electrónicos con ese propósito, y al mismo tiempo que la Universidad de Oviedo ha procedido a retirarlos después de un aviso de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información de que para ello hay que disponer de un permiso.

El trabajo en red que parecen haber emprendido algunos grupos de alumnos en universidades españolas, al abrigo de las nuevas tecnologías, parece haber disparado una conducta, en términos cualitativos y cuantitativos, que siempre ha formado parte de la idiosincrasia del alumnado. De tal forma que es generalmente reconocido que copiar es algo consustancial con el estudiante, en cualquier etapa de la formación.

Y no solo en las universidades de España. También en centros de prestigio internacional, como la de Harvard, que en agosto del pasado año investigó nada me-nos que a 125 alumnos por copiar en un examen del primer semestre del curso.

Sin embargo, este tipo de faltas no han llegado a más en la ULPGC, un centro académico en el que no constan en la actualidad expedientes disciplinarios por copiar en un examen, según fuentes universitarias.

Por esa causa, y por que no consta un comportamiento anormal puntual y detectado en la realización de las pruebas oficiales, el vicerrector de alumnos de la Universidad grancanaria, Nicolás Díaz de Lezcano, considera que no hay motivo para la instalación de esos dispositivos. "No hay inhibidores y tampoco pensamos en colocarlos, por el momento", afirma.

No obstante, los medios telemáticos que hoy ofrecen, a cambio de entre 300 y 1.000 euros, un dispositivo por el que se pueden transmitir los contenidos de un examen desde el exterior del aula, "dificultan", reconoce el vicerrector, el control sobre este tipo de conductas que afectan a la disciplina y el comportamiento académico.

En cualquier caso, a la ULPGC no le constan que existan redes para realizar fraude en los exámenes, ni tampoco casos aislados que precisen de la intervención de las autoridades de gobierno. "No tenemos denuncias, ni de alumnos a título individual ni de asociaciones de estudiantes", señala Díaz de Lezcano, tal y como ha ocurrido en el caso de la Universidad de Valencia.

Mientras los alumnos universitarios andan ahora inmersos en los exámenes del primer semestre del curso, las prácticas fraudulentas para intentar cubrir con éxito estas convocatorias oficiales parecen ser un hecho.

En el campus de la ULPGC en Tafira se afirma que hay alumnos que estarían ofreciendo los servicios de 'pinganillos' electrónicos a cambio de 50 euros el uso. Según Francisco Suárez, representante de alumnos en el Claustro hay quienes se toman esto como una inversión. "Se comenta que al menos hay un estudiante que se ha gastado 300 euros en uno de esos dispositivos y ahora lo alquila".

La convocatoria ordinaria de exámenes puede ser propicia a quienes tengan ese propósito. Son casi tres semanas (desde el 8 hasta el 26 de enero) de pruebas, antes de volver a las clases el próximo día 28, y una media de diez exámenes, para los que están matriculados de un curso completo, unos dos por día.

El tema no ha sido objeto de denuncia por los representantes estudiantiles, reconoce Suárez, pero sí irrita a la mayoría del alumnado que emplea esfuerzo y dedicación para preparar sus exámenes. Y hace autocrítica: "Copiar demuestra falta de ética. Y no se piensa en que se está ocupando una plaza en una titulación que pagan los ciudadanos, en su mayor parte, por que la matrícula que hacemos a principio de curso sólo costea el 15%. Una plaza que podría estar aprovechando otro alumno con ganas de aprender y que, quizá, se ha quedado a las puertas del ingreso", añade.

Este representante del alumnado en el Claustro de la ULPGC también reparte culpas entre el profesorado. Al menos, entre ciertos docentes que por negligencia, laxitud o incompetencia, no disponen de las oportunas reglas en la realización de las pruebas. "Hay profesores que enuncian las preguntas del examen y después se ausentan dejando la clase libre de vigilancia hasta que acaba la prueba. Otros salen con la disculpa de echar un cigarro y se pierden tres cuartos de hora, un tiempo en el que también la gente que quiere copiar, puede hacerlo".

Dependiendo del centro y la asignatura, así se actúa. "Hay facultades y escuelas en las que hay tres profesores en un aula de examen. La vigilancia es estrecha y se revisan los bolígrafos y las calculadores, si es que se permiten. Los bolsos y mochilas también se sacan de la clase. En otras, sin embargo, se deja trabajar a la gente hasta con móviles y se aprovechan del correo, el whatsapp o el pinganillo".

Los alumnos tramposos utilizan el móvil, precisamente, para copiar. Así, acuden a su examen provistos de un pinganillo, un audífono inalámbrico tipo sonotone colocado en la oreja con el que se conectan vía móvil con una persona que desde fuera del aula les resuelve la prueba. Previamente, ha enviado por el mismo teléfono, vía whatsapp o mensaje SMS el cuestionario fotografiado.

En el caso de la UCM tendremos que esperar a que deciden, vosotros que pensáis, ¿trampa o no?

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